viernes, julio 29, 2005

Cuba y el sicoanálisis

http://www.elpais.com.uy/05/03/13/predit_142783.asp


No sé si Cuba lo pidió o fue una idea de Gargano pero lo cierto es que el tema del eventual ingreso de Cuba al Mercosur está planteado. El mero planteo de esta discusión revela aspectos del Uruguay que invitan al análisis. Por lo menos dos aspectos. Uno —menor— son las complicaciones que introducen en el funcionamiento normal del gobierno las dualidades de criterio entre unos jerarcas que tratan de gestionar el presente y otros que tratan de recuperar sus propios pasados. El otro es el daño mental que ha producido en los uruguayos la producción intelectual ideologizada. Gargano, en conversaciones sostenidas estos días con el diplomático brasileño Marco Aurelio García, ha dicho que sería muy bueno invitar a Cuba a ingresar al Mercosur. Reconoce que se le atraviesa el problema de la cláusula democrática, pero estima que a ese detalle se le puede buscar la vuelta: no sería miembro sino asociado. La violación de la cláusula democrática le preocupa al canciller como problema para el ingreso de Cuba al tratado: no consta que le preocupe como problema de los cubanos y de todos los que viven en la isla. La fascinación que sigue ejerciendo Cuba sobre ciertos intelectuales y dirigentes políticos uruguayos es motivo de asombro. Como dijo Jaime Roos —y discúlpeme que lo cite porque seguramente será usado en su contra— no se entiende y estaría para un sicoanálisis colectivo que un país como el Uruguay, que se precia de defender todas las libertades, no pueda ver la contradicción enfermiza que supone tener aprecio y no escatimar loas a un régimen que las tiene todas suprimidas y defender desde acá a Fidel Castro, que hace cuarenta años que manda sin permitir oposición alguna y que, por razones obviamente ajenas a su voluntad, ha convertido su próximo deceso en el único horizonte político de su castigado país. El diplomático brasileño, clásico producto de Itamaratí, dijo en esa reunión con Gargano —y citó— que "sería bueno para Cuba, en todos los órdenes, que tenga una apertura mayor al mundo para revitalizar su economía". El fino lenguaje del diplomático brasileño, traducido al castellano básico suena así: mi amigo, es una tontería mayúscula confundir el discurso ideológico con la acción diplomática y mucho menos con lo comercial; Cuba no tiene ninguna significación comercial porque tiene una economía escuálida, planificada según el modelo soviético que se derrumbó hace años, con un consumo cuotificado y casi inexistente. No sé si para sus adentros el brasileño no estaría recordando las expresiones de Saramago, último balsero intelectual, que hablando también en portugués un día no pudo más y cuando el último encarcelamiento de periodistas y fusilamiento de opositores dijo: ate aqui chegou o meu amor. El nuevo gobierno está dividido entre dos corrientes: la gente que piensa que por fin le llegó el momento de poner por obra el viejo y querido discurso de hace 40 años y los otros que se han liberado de ciertas lealtades intelectuales, están más libres de su pasado personal y son más inteligentes para entender las posibilidades reales que tienen entre manos de hacer algo nuevo por el Uruguay. Pero más allá de lo que pase entre los jerarcas del nuevo gobierno —problema que tendrán que manejar entre ellos— no deja de ser mucho más preocupante la pertinaz desubicación de los uruguayos para depositar sus afectos en lugares equivocados. Tiene razón Jaime Roos: está para el sicoanálisis.

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